14 de octubre de 2008

Mi otra casa

Me traslado a veces a mi otra casa. Cuando me apetece un cambio de aires y echo de menos el jardín, cuando el otoño desnuda flores y arbustos y la hierba se vuelve multicolor.
Me quedo en ella, sin prisa, preparando té, mimando sus ventanas y su valla de madera, respirando profundamente la humedad de las tardes breves.
Me distraigo con el paso de las estaciones y lo variado y cíclico de las tareas en el huerto. En ella me refugio cuando me abraza la melancolía y salen de los armarios las chaquetas de lana. A ella regreso cuando quiero recuperar mi otra vida, y ella, siempre fiel, me acoge sin condiciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En algún lugar está esa casa, escondida para que nadie la vea, agazapada en una vuelta del camino, inmovil, esperando ser habitada por nosotros.