18 de octubre de 2008

Guggenheim

Esta magnífica pintura de Holbein ha conseguido paralizarme en la sala de un museo.
Hipnotizada por su belleza, por su absoluta delicadeza, me perdí entre pliegues y encajes, me arrastró el estampado espléndido de las telas, me deslumbró el brillo nacarado de las perlas, la tersura de la piel de la modelo, el tocado de motivos geométricos.
Se acalló el murmullo de los otros visitantes, se borró su presencia a mi alrededor abstraída en su contemplación. Un éxtasis de emoción.

2 comentarios:

Lía dijo...

El cuadro es verdaderamente espectacular...gracias por el descubrimiento ;)

Anónimo dijo...

Bienvenidos,
¡qué buen regalo nos traes de las vacaciones!