4 de agosto de 2011

Secuencias

a Inés

A partir de ahora, cuando te lea, podré intuir los gestos que tejen tus manos al hilo de las palabras, la mímica con la que coloreas historias. Lo aprendí ayer mientras hablabas y se te escapaba una gota de pudor.
Sabré dónde se deslizan los aretes en el precipicio de tus orejas, el lugar concreto en el que rozan suavemente un lunar y cómo te visten de fiesta cada mañana. Lo descubrí ayer, mientras te perdías en el horizonte cuajado de pájaros, girasoles y verdor.
A partir de mañana, cuando te lea, me salpicarán las olas que llevas en los brazos y la estela de mar que va dejando la huella leve de tus pies. Lo vi ayer, mientras andábamos caminos y nos conmovió la certeza de habernos reconocido.