"...Una tierra fértil es un medio hirviente de vida. En una hectárea de pradera se evalúa que existe una población animal de mil millones de insectos, dos mil millones de ácaros, un centenar de miles de millones de nemátodos y varios millones de lombrices. La microflora del suelo (vegetales microscópicos), contiene por gramo de tierra, casi un millón de algas unicelulares y cerca de mil millones de bacterias vegetales, que son las más primitivas, numerosas, y universalmente repartidas; hallamos los mismos tipos de bacterias simbióticas en los suelos y en el tubo digestivo de los hombres y de los animales.Todos esos seres vivos participan, cada uno a su manera, en la elaboración del alimento para las plantas... Son ellos igualmente los que fijan gratuitamente el nitrógeno del aire. Nitrógeno que la mayoría de los agrónomos prefieren, sin razón, suministrarlo a las plantas de forma sintética. La agronomía moderna pretende poder prescindir de esos preciosos colaboradores y dar a las plantas una alimentación elaborada artificialmente, bajo forma de abonos químicos directamente asimilables; alimentación que reemplazaría ventajosamente a la que elaboran los microorganismos... En realidad, este modo de cultivo da aparentemente buenos resultados: los rendimientos obtenidos son muy elevados. Pero las plantas cultivadas de esta forma son extremadamente sensibles al parasitismo, lo que demuestra que tienen una salud deficiente y que están mal alimentadas. Las plantas al igual que los hombres, son tanto menos resistentes a sus enemigos naturales cuanto peores son sus condiciones de vida y alimentación... En realidad la experiencia demuestra que el único medio para obtener plantas sanas y resistentes a los parásitos es el de favorecer al máximo la actividad biológica del suelo, absteniéndose de intervenir con productos químicos, completamente extraños a los ciclos bióticos..."
4 de mayo de 2009
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