tantas, que,
de la noche a la mañana,
brotan entre mi pelo diminutas florecillas blancas.
En el espejo, mi boca ya no es mía,
veo la sonrisa de
la princesa de la boca de fresa.
Mis manos huelen a humus,
a raices serpenteantes.
El aliento dulce del azahar germina en mi nariz,
me saco un pájaro de la manga del vestido,
mi vestido camaleónico,
de fresas y naranjas.
1 comentario:
Creo que esta tarde voy a engordar viendo tus entradas, en las cuales hay de todo, bollos, madgalenas, té y estas fresas y naranjas tan apetecibles, voy a tener que irme a andar más tarde. La pesadita.
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