Decidió desayunar en el porche,
acompañada de jóvenes plantones de fresas
y el olor intenso del jazmín.
Alrededor del espliego,
los insectos excitados se afanaban incansables.
Pensó, mientras los observaba,
en lo mucho que había cambiado el aspecto de aquel rincón de la casa.
Se acordó del lado deshabitado de si misma.
Preparó una nueva taza de café para estirar la mañana,
probó la compota de manzana sobre el pastelito de hojaldre.
probó la compota de manzana sobre el pastelito de hojaldre.
Sintió una caricia en el paladar
que se extendió hasta el laberinto de su ombligo,
donde guardaba las lágrimas.
1 comentario:
A falta de compota ahora mismísimo me voy a comer una manzana ;)
El texto es precioso ¿de qué libro es?
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